TRIBUNA

El derecho a morir con dignidad

EL NACIMIENTO y la muerte son dos momentos cruciales para toda persona. El primero marca el comienzo de la vida, y no hay aspiración más común entre las personas que una vida digna, lo que deseamos tanto para nosotros como para nuestros seres queridos. Pero difícilmente podemos considerar que una vida sea digna si no tenemos la posibilidad de morir con dignidad.

Sería deseable que los exquisitos cuidados, el mimo que tenemos en el nacimiento, los recibiéramos también en el final de nuestra existencia. En los momentos últimos de la vida debe garantizarse el derecho a morir con dignidad, sin dolor, en un ambiente de privacidad, respetando los valores, la voluntad y la autonomía de cada persona.

El miedo al sufrimiento, a la falta de intimidad o el anhelo de estar acompañado por las personas queridas son preocupaciones compartidas por buena parte de las personas que puedan leer estas líneas.

En la Comunitat Valenciana, los datos muestran una realidad en la que el 53% de los valencianos y valencianas mueren fuera de su hogar, en un hospital. Y además, en demasiadas ocasiones, sin los mejores recursos que puede ofrecer la atención paliativa, como advierte la Asociación Española contra el Cáncer, que sitúa a la Comunitat en el penúltimo puesto en recursos destinados a esta atención.

En los diez meses que llevo al frente de la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública he tenido ocasión de escuchar y conocer a muchas personas, representantes de asociaciones, instituciones, organizaciones, profesionales sanitarios, con los que he abordado esta cuestión y que me han transmitido nítidamente la necesidad de que afrontemos el debate sobre cómo atender a las personas al final de la vida.

Ha llegado el momento de que afrontemos esta reflexión en nuestra sociedad. Para ello precisamos no sólo más recursos y una reorganización de los servicios, sino también necesitamos un marco normativo que los reconozca como derecho de las valencianas y los valencianos; que les dé carta de naturaleza y los defina como propios del sistema sanitario público, universales, accesibles y acordes con nuestros valores éticos.

Ha llegado el momento de iniciar un debate en el que tengan cabida el mayor número de voces de toda la sociedad y que vaya más allá del ámbito de lo estrictamente sanitario.

No seremos los primeros en emprender esta tarea.

La Comunitat Valenciana se sumaría a las seis comunidades autónomas que entre los años 2010 y 2015 han legislado sobre la materia. Andalucía, Aragón, Navarra, Canarias, Baleares y Galicia ya han dado un paso al frente, ante la falta de legislación estatal.

En la Unión Europea, este debate se lleva desarrollando durante más de una década. En 2001 el camino se inició con la ley holandesa, o la ley belga de 2002. El último país que ha tomado la decisión de legislar sobre el final de la vida ha sido Alemania en 2015.

Estoy convencida de que la sociedad valenciana está madura para, desde una posición abierta y respetuosa, hacer una profunda y serena reflexión sobre el derecho a morir dignamente, que culmine en una legislación que regule la atención médica al final de la vida.

No hablo de eutanasia ni de suicidio asistido. El Código Penal los califica como delito en su artículo 143. Teniendo en cuenta que se trata de Derecho Penal, sería necesaria una ley estatal para un cambio de regulación o despenalización de estos supuestos.

De lo que estoy hablando es, en el ámbito de nuestras competencias, de la oportunidad de avanzar en la atención paliativa, porque la vida debe medirse por su calidad hasta el último momento.

El fin a alcanzar sería proteger la dignidad de la persona en el proceso de su muerte. Asegurar la autonomía de los pacientes y el respeto a su voluntad. Y garantizar la equidad en el acceso a la muerte digna.

Aspiro a una regulación que ampare jurídicamente al personal sanitario y garantice los últimos cuidados como derecho de ciudadanía en el seno de nuestro sistema de salud.

El reto que tenemos por delante como sociedad es dejar atrás tabúes y llegar a acuerdos para acercarnos a la muerte con la mayor normalidad, como parte esencial de la vida digna que todos deseamos. Con el propósito de propiciar el mayor alivio de su sufrimiento físico, psíquico y moral.

Morir dignamente es un derecho. O debería serlo.

La Comunitat Valenciana, además de ser un buen lugar para vivir, debe ser un buen lugar para morir.

Carmen Montón es consellera de Sanidad Universal y Salud Pública.