El derecho a una muerte digna y la regulación de la eutanasia por ley son cuestiones en el centro del debate público en los últimos tiempos. Por eso, la Asociación Derecho a Morir Dignamente quiere colaborar a arrojar luz sobre una cuestión que "necesita que se hable de ella".

Fernanda del Castillo, presidenta de la delegación de la asociación en Asturias, tenía pensado ofrecer ayer en el Centro Municipal de El Coto una charla sobre esta cuestión junto con Javier Rodríguez de la Torre. La cancelación sobre la marcha del acto, como parte de las medidas puestas en marcha desde el Ayuntamiento de Gijón para atajar la expansión del coronavirus, no impidió que Del Castillo lanzara su mensaje, animando a los asturianos a redactar su testamento vital, lo que en Asturias se conoce como instrucciones previas.

"Poquísima gente opta por hacer el testamento vital, y nos parece imprescindible que así sea porque se trata de una forma de dejar por escrito cómo quieres ser atendido o no ser atendido, qué cuidados quieres recibir o no cuando no puedas expresarte, y todo ello tiene validez legal: está por encima de la opinión de los familiares, del médico... prevalecen los deseos de la persona y así está recogido en varias leyes, como la de Muerte Digna de Asturias", recuerda Fernanda del Castillo.

A fecha de enero de 2020 había poco más de 7.330 personas en Asturias, el 0,71 por ciento de la población de la región, que haya redactado su testamento vital. "Una cifra muy pequeña", reconoce la presidenta de la asociación en el Principado, para lo que la entidad está desarrollando numerosas charlas y talleres "con el fin de ayudar a la gente en todos los pasos de este proceso, desde conseguir los documentos, hasta cubrirlos, o registrarlos". Lo cierto es que "está viniendo gente a interesarse por la cuestión", reconoce Del Castillo, aunque la opción de las instrucciones previas sigue siendo una gran desconocida para muchas personas, cuando en realidad se trata de la mejor fórmula para proteger los deseos de la persona para con su propia vida.

Del mismo modo, la presidenta de la Asociación Derecho a Morir Dignamente incide en que "es necesario distinguir los términos, no es lo mismo la eutanasia que morir con dignidad", explica para disuadir confusiones malintencionadas. "Para nosotros la muerte digna es ni más ni menos que morir como cada persona desea de acuerdo con sus valores, sus creencias y sus deseos, lo que nos parece importante es que se pueda decir y que se respete", señala, porque "a lo mejor hay gente que quiere morir en su casa con las menores medidas tecnológicas, con su familia, y habrá gente que quiera morir en el hospital con todos los medios y también es perfecto".

Y dentro de ese respeto, con una forma de morir "como cada uno desee", Del Castillo defiende que "se debe contemplar la eutanasia, su despenalización y su regulación, y en ese sentido, nos parece un avance importantísimo". La ley que ha propuesto el PSOE "es una ley muy garantista", explica, porque "hay que proteger a las personas frágiles; lo que está clarísimo es que sólo podemos hablar de eutanasia cuando es a petición libre, consciente y reiterada de la persona que solicita la ayuda para morir. Si no, estamos hablando de otra película".

Y partiendo de ese contexto "la ley es muy garantista porque protege el contexto y las condiciones para que la persona que lo solicite no lo haga por presiones externas, de familia, económicas... y para que no sea fruto de un arrebato", reflexiona la presidenta. "No vale para lo que me dejó la novia, estamos hablando de enfermedades graves o en fase terminal y con un sufrimiento importante físico o psíquico, eso es lo que recoge la ley", valora, antes de entrar en "el falso dilema entre cuidados paliativos y eutanasia: no existe", asegura. "Pensamos que son complementarios, y nosotros defendemos unos cuidados paliativos de calidad que lleguen a todas las personas que lo necesiten, y además que exista la posibilidad de la eutanasia para aquellos que por situación ya no puedan más", recalca. Para muchas personas, asegura, se trata incluso de un "plan B", es decir: "solicitan la ayuda para morir en los países donde está regulado y luego no la llevan a cabo, la mayoría ya recibe cuidados paliativos pero les da esa seguridad".

Y añade que en la mayoría de los casos "las razones que llevan a la gente a pedir estas medidas no son ni el dolor, ni el tener fatiga ni vómitos... es el sufrimiento de no poder hacer nada por ti, el depender de los demás para todo". En definitiva, "una pérdida de dignidad".