Estamos viviendo momentos difíciles. La pandemia de Covid-19 ha puesto el Sistema Nacional de Salud al límite y las consecuencias se están sintiendo en todos los ámbitos, también en los derechos al final de la vida.
Las medidas de aislamiento social suponen que algunas personas mueran en soledad, a veces sin poder despedirse de sus seres queridos. Desde varias instancias, ciudadanas y profesionales, llamamos a buscar fórmulas que permitan acompañar y despedir a quienes están al final de su vida y, a la vez, garantizar la seguridad de los familiares y del personal sanitario.
En pocas semanas hemos pasado del uso cotidiano de los cuidados intensivos, en ocasiones sin tener en cuenta los deseos de personas en una situación irreversible, a la necesidad de seleccionar qué pacientes obtendrán mayor beneficio de las medidas de soporte vital. Ante este conflicto, es fundamental establecer un diálogo sincero con los pacientes y sus familiares, y respetar los valores de las personas en cada decisión. Incluso en el peor de los casos, el sistema sanitario debe garantizar el alivio del sufrimiento al final de la vida, sea en casa, en una residencia de mayores o en un hospital.
Además, algunos colectivos intentan aprovechar esta situación de crisis sanitaria para confundir la eutanasia con las difíciles decisiones que el personal sanitario se ve obligado a tomar. Nada más lejos de la realidad. Eutanasia no es rechazar un tratamiento, aunque este sea potencialmente curativo (un derecho reconocido desde 1986). Tampoco lo es la decisión de los profesionales de no instaurar técnicas de soporte vital, ya sea a causa de un mal pronóstico o por el uso racional y ético de los recursos limitados de cuidados intensivos. La eutanasia es respetar la voluntad libre y sin coacciones de una persona que desea morir por un sufrimiento que vive como intolerable. Nada de esto ocurre con la Covid-19.
En DMD llevamos décadas defendiendo que cada persona es dueña de su vida y de su cuerpo, y que deben respetarse su libertad, sus deseos y sus valores también cuando llega la hora de morir. Que debe tener derecho a los mejores cuidados y también a decidir hasta cuándo quiere que la cuiden. Las circunstancias actuales son excepcionales, hemos pasado de ocultar la muerte a publicitarla a diario, en ocasiones desprovista de contexto. Llegará el momento de analizar y aprender de esta crisis sanitaria, pero seguiremos trabajando para que no suponga un retroceso en los derechos ya conquistados, ni un freno para los que aún están por llegar.
Un fuerte abrazo de parte de todo el equipo de DMD.
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