Antonio Buenavida, activista sevillano de 66 años, tenía un cáncer terminal. Cuando el deterioro de su salud se volvió inaceptable, en mayo de 2022, quiso pedir la eutanasia. Hacía unos meses que podía solicitarla, en teoría; en la práctica no fue así.
Cincuenta días después su sufrimiento era inmenso, su muerte inminente y aún no habían autorizado su petición.
Un equipo de paliativos había quedado en ir a su casa, el 12 de julio,a sedarlo. Unas horas antes de la cita mandó a su hermano y un amigo a hacer recados y, cuando estaba solo, se suicidó. Fue su última protesta, esta vez contra una tramitación inaceptablemente larga.
Lee el reportaje completo de Borja Robert publicado en la revista de DMD nº 89.
El dilema de los tiempos de la muerte asistida.REVISTA 89
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