Eva contó con el asesoramiento de Derecho a Morir Dignamente. Tanto la asociación como ella misma consideraban que se cumplían los requisitos para acceder a la prestación de la ayuda a morir, «pero luego ya fue otra historia». Los primeros pasos para llevar a cabo la solicitud fueron «muy estresantes». Sólo el trámite de registrar la petición le llevó tres semanas porque no encontraba ningún sanitario que se lo firmase. «Todo el mundo echaba balones fuera, nadie me quería firmar ni siquiera la solicitud para poderlo meter por registro», lamenta.
Comparte este artículo