En Suecia, Staffan Bergström, médico jubilado y presidente de la RTVD, (organización homóloga de DMD) ha facilitado los medicamentos necesarios y asistido al suicidio de un paciente de ELA de 68 años, Per Maritz, que por las restricciones impuestas por la pandemia del COVID19, no pudo acudir a su cita con Dignitas en Suiza a principios del presente mes de julio. Bergström se ha autoinculpado para impulsar el debate social y provocar una toma de posición del sistema judicial.
Catedrático emérito de Salud Internacional de Karolinska Institutet, Bergström contactó con Maritz al leer su desesperado comentario en Facebook sobre su frustrado suicidio médicamente asistido y le ofreció su ayuda. Dice haberlo hecho, en primer lugar, para ayudar a una persona a liberarse de un grave sufrimiento, ya que como médico está en condiciones de poder hacerlo. Pero quiere también que su actuación llegue a probarse ante un juez, para saber si es «un criminal o no haciendo esto» y si va a perder su certificado de Idoneidad Profesional. La legislación sueca no condena el suicidio pero tampoco contempla el suicidio asistido, excluyendo al personal sanitario, que sin embargo puede ser inhabilitado en algunos casos. Staffan Bergström ha logrado ya abrir un debate público en Suecia, pero lo que en realidad quiere provocar con esta acción es que el juicio que determine su sentencia desemboque en una jurisprudencia clara e inequívoca sobre el suicidio asistido y la eutanasia. Según sus palabras, “los políticos suecos tienen fobia a tocar estos temas”, lo que para él es “una postura miserable”.
Noticia traducida por DMD Internacional. Fuentes oficiales:
STV Nyheter
Aftonbladet
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