La muerte es un paso ineludible para todas las personas pero, generalmente, no es un paso que nos apetezca dar. La despedida definitiva nos duele tanto que preferimos fingir que podemos evitarla. Escondemos la muerte y lo que la rodea, silenciamos el tema hasta convertirlo en tabĂș.Â
Sin embargo, la muerte es probablemente la Ășnica cosa verdaderamente inevitable de la vida. Flaco favor nos hacemos, por tanto, eludiendo encararla con madurez. No podemos evitar que la gente muera, pero podemos evitar que muera mal. Para ello, debemos, en primer lugar, acabar con el tabĂș que acompaña a la muerte. Si no hablamos de ella, ÂżCĂłmo vamos a saber afrontarla?.Â
La ley reconoce el derecho de los pacientes a decidir sobre los tratamientos que quiere o no recibir y, del mismo modo, reconoce el derecho a recibir cuidados paliativos para evitar el sufrimiento. Sin embargo, si alcanzamos un nivel de deterioro agudo de manera repentina, serĂĄn nuestros familiares -o los mĂ©dicos- quienes tengan que tomar la decisiĂłn por nosotros. Esto no sĂłlo es contrario a la libertad individual, puesto que deberĂamos poder decidir en todo momento sobre nuestras vidas, sino que ademĂĄs coloca a nuestros seres queridos y a los profesionales en una tesitura difĂcil de afrontar. Muchas veces, el dolor de la pĂ©rdida nos lleva a no dejar marchar a las personas que queremos, y empujamos a los equipos mĂ©dicos a alargar una situaciĂłn de sufrimiento aun cuando no existen posibilidades de recuperaciĂłn. Es lo que conocemos como âencarnizamiento u obstinaciĂłn terapĂ©uticaâ.Â
ÂżCĂłmo podemos acabar con el tabĂș de la muerte?Â
En primer lugar, evidentemente, hablando sobre ella con nuestros seres queridos. No hace falta esperar a que la muerte nos aceche para abordar este tema. De hecho, resulta mĂĄs sencillo abordarlo en momentos de calma. De esta forma podemos tambiĂ©n reflexionar internamente y con sinceridad sobre el modo en el que queremos decir adiĂłs, o de quĂ© forma nos gustarĂa que nos recordasen y nos despidieran. Â
MĂĄs allĂĄ de la conversaciĂłn y la expresiĂłn informal de nuestros deseos, tenemos la posibilidad de realizar un Testamento Vital en el que dejarlos por escrito. Este documento es especialmente Ăștil si llega el dĂa en que la situaciĂłn mĂ©dica es irreversible y no puedes comunicar tu voluntad. Tiene validez jurĂdica y por tanto es de obligado cumplimiento. Existe un registro en cada Comunidad AutĂłnoma y otro estatal donde se archivan todos los documentos y que los mĂ©dicos pueden consultar. Sin embargo, la realidad de nuestro Sistema Nacional de Salud, en el que generalmente hay menos manos de las que verdaderamente hacen falta, dificulta enormemente que los profesionales de la medicina comprueben dicho registro. Por tanto, conviene que, de hacerlo, le expliquemos a nuestros allegados que ese documento existe, para que puedan, en un momento dado, reivindicar su cumplimiento y permitir que hagamos las cosas conforme a nuestros deseos. Permitir, en definitiva, que seamos libres hasta el final.
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