Hacer un testamento vital es fácil, pero hacerlo bien requiere planificación. Un testamento vital no solo tiene que ser claro e inequívoco, también tiene que defender tus deseos ante médicos fundamentalistas y ayudar a que el personal sanitario que te atienda comprender tus decisiones.
La mayoría de personas hacen su testamento vital para evitar un encarnizamiento terapéutico al final de su vida. Para que, una vez perdida la capacidad de tomar decisiones, se les deje morir en paz y no se les mantenga con vida solo porque se puede.
Si tú tampoco quieres que prolonguen tu vida de forma artificial cuando hayas perdido la lucidez de forma definitiva, te ofrecemos estos consejos:
1. Detalla todos los tratamientos que rechazas
Los documentos oficiales que las comunidades autónomas proponen para hacer el testamento vital suelen ser muy genéricos. Tal y como están redactados, solo permiten “rechazar cualquier tratamiento destinado a prolongar la vida”, sin más.
Aunque esta petición debería ser suficiente, a veces no lo es. Algunos médicos creen que alimentar e hidratar por sonda es un cuidado básico, y que debe imponérsele incluso a los pacientes que han rechazado “cualquier tratamiento destinado a prolongar la vida”. No es cierto, y lo hacen contra las evidencias científicas y las recomendaciones de las principales organizaciones médicas tanto de España como del mundo.
Alimentar e hidratar con sonda no reduce la mortalidad, pero sí aumenta el riesgo de neumonías por aspiración y de úlceras. En definitiva, aumenta el sufrimiento y reduce la calidad de vida.
Para asegurarte de que al final de tu vida no te imponen una sonda, ni otras medidas que añaden sufrimiento innecesario, lo mejor es detallar todos los tratamientos que rechazas. Nosotros lo hemos redactado así:
Rechazo todo tratamiento, intervención o procedimiento que contribuya a mantener mi vida: técnicas de soporte vital, fluidos intravenosos, fármacos (incluidos los antibióticos), hidratación o alimentación artificial (por sonda nasogástrica o gastrostomía), marcapasos o desfibrilador.
En caso de enfermedad añadida (proceso intercurrente) o daño cerebral con posibilidad de recuperar mi capacidad para expresarme, pero con una vida dependiente, solicito una adecuación del esfuerzo terapéutico que me permita morir con dignidad.
2. Pide una sedación paliativa aunque adelante tu muerte
Cuando una persona está al final de su vida y tiene un sufrimiento para el que no hay tratamientos, se le ayuda a morir con una sedación paliativa. Se reduce su nivel de conciencia (parecido a una anestesia general) para que no se entere de nada en su tránsito hacia la muerte.
Aunque la sedación paliativa es legal y bastante frecuente, está envuelta en cierta polémica. Aunque las evidencias no son definitivas, es posible que una sedación bien hecha acorte la vida. Por eso, algunos médicos son reticentes a practicarlas, o a hacerlo correctamente, con la excusa de que ellos «ni adelantan ni retrasan la llegada de la muerte».
Lo cierto es que da igual si la sedación paliativa acelera el proceso de morir. Cuando se atiende a una persona al final de la vida el objetivo del personal sanitario debe ser evitar el sufrimiento de su paciente, no retrasar una muerte que ya es inevitable.
Para dejar claro que quieres una sedación paliativa profunda que evite tu sufrimiento aunque eso suponga acortar tu vida, te recomendamos hacerlo explícito en tu testamento vital. Nosotros lo hemos redactado así:
Solicito que se me administren los fármacos adecuados, en las dosis necesarias, para inducirme una sedación paliativa profunda y mantenida hasta mi fallecimiento, un estado en el que, a juicio de mi representante, no exista ningún sufrimiento físico o psíquico, incluso cuando este tratamiento pueda acortar mi vida.
3. No dejes que te alimenten o hidraten a la fuerza
Tu testamento vital solo se usará cuando hayas perdido para siempre la lucidez y la capacidad de tomar tus propias decisiones. La mayoría no quiere seguir viviendo si ha llegado a ese punto. Una forma de evitarlo es rechazar que te den de comer y de beber cuando ya no puedes hacerlo por tu cuenta.
A muchas personas con demencia avanzada se las alimenta empujándoles comida y agua por la garganta, a la fuerza, con una cuchara o una jeringa. Es una forma de mantenerlas con vida a costa de añadir sufrimiento a su existencia. Nosotros creemos que cuando el cuerpo deja de comer y de beber es el momento de parar.
Por eso, recomendamos rechazar también la alimentación y la hidratación «manual» forzadas. Llegados ese punto, lo mejor es pasar al alivio del sufrimiento hasta el momento de morir. Lo hemos redactado así:
Si por mi deterioro cognitivo necesitara la ayuda de otra persona para beber y/o comer, es mi voluntad renunciar a esa ayuda, por lo que no deseo ser alimentado/a, ni hidratado/a por otras personas, sea con cuchara o por cualquier otro medio, recibiendo los cuidados de confort que alivien los síntomas que pudieran aparecer durante mi proceso de deterioro por inanición y deshidratación (sequedad de boca, intranquilidad, agitación, dolor…), permitiéndome morir en paz.
4. Pide una eutanasia para cuando sea legal
Antes o después se legalizará la eutanasia en España y, creemos, en la mayoría de democracias del mundo. Todas estas leyes tendrán un requisito indispensable: solo puede pedir ayuda para morir la propia persona; ni sus padres, ni sus hijos, ni su cónyuge, ni sus hermanos, ni nadie más, aunque tengan las mejores intenciones.
Esta condición, fácil de verificar, es la que garantiza que no haya abusos. Pero también complica las peticiones de eutanasia cuando la persona entra en un proceso de demencia. Si ya no puede tomar decisiones, ¿cómo va a pedir que la ayuden a morir?
Solo puede hacerse de una forma: pidiendo la eutanasia de forma anticipada en tu testamento vital. Así, sigues siendo tú, con tus facultades mentales intactas, la persona que decide sobre tu «yo futuro», que ya no puede tomar decisiones. Nosotros lo hemos redactado así:
Si la legislación regula el derecho a morir con dignidad mediante la eutanasia, es mi voluntad no prolongar mi situación de incapacidad y morir de forma rápida e indolora, de conformidad con la regulación establecida al efecto.
5. Defiéndete de los «objetores de conciencia»
Supuestamente, en España, ningún sanitario tiene derecho a negarse a cumplir las instrucciones contra el encarnizamiento terapéutico de un testamento vital. Pero, por desgracia, algunos siguen negándose porque consideran que hacerlo atenta contra sus valores.
Una manera de evitar acabar en manos de estas personas durante tu proceso de morir es pedir explícitamente que te atiendan otras. Nosotros lo hemos redactado así:
Si algún/a profesional responsable de mi asistencia se declarase objetor/a de conciencia con respecto a alguna de estas instrucciones, solicito que sea sustituido/a por otro/a profesional, garantizando así mi derecho a que se respete mi voluntad.