Lee la revista nº 84 de DMD, de febrero de 2021.
Hoy, 25 de marzo de 2021, la ley de eutanasia se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado. A partir de ahora será la Ley Orgánica 3/2021, de 24 de marzo, de Regulación de la Eutanasia. Desde este momento empiezan a contar los tres meses que la propia ley da para su entrada en vigor.
Puedes ver la la LORE en la página web del BOE del 25 de marzo de 2021.
Este es el texto:
BOE-A-2021-4628Estimada/o socia/o:
Hace unos momentos, el Congreso de los Diputados ha aprobado definitivamente la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE). Tras 37 años de lucha por su despenalización, podemos presumir de que hemos logrado uno de nuestros objetivos. ¡Estamos de enhorabuena!
Ante todo, gracias por formar parte de DMD y por acompañarnos en nuestra lucha por la libertad hasta el final de la vida.
La ley entrará en vigor tres meses después de su publicación en el BOE (que se producirá probablemente mañana, 19 de marzo). Es decir, desde finales de junio las personas con sufrimiento intolerable a causa de una enfermedad terminal o de una dolencia irreversible que limite gravemente su autonomía podrán pedir (y recibir) ayuda para morir.
Aunque la aprobación de la LORE es un gran éxito, y creemos que es justo atribuirle parte del mérito a DMD, no significa que nuestro cometido esté cumplido. Tenemos más trabajo que nunca. Según nuestros colegas de las asociaciones de Bélgica y Países Bajos, ahora viene lo difícil: hacer que la ley sea efectiva. Además, creemos que es mejorable, que debería recoger más supuestos y tener unos procedimientos menos procelosos.
Nos estamos preparamos para la nueva situación. En unos meses tendremos que asesorar sobre cómo se solicita una eutanasia o sobre cómo recurrir una negativa de los médicos o la Comisión de Evaluación y Garantías. También deberemos adaptar nuestra propuesta de Documento de Voluntades Anticipadas /Testamento Vital para aquellas personas que aún no lo han hecho o lo quieran modificar
Llegar hasta aquí no ha sido fácil y no esperamos que lo sea de ahora en adelante. Aunque la inmensa mayoría de la sociedad apoya la eutanasia, contamos con que algunos pondrán trabas. Queremos hacer lo posible para que la ley no quede en papel mojado y la eutanasia sea un derecho efectivo. En la práctica, solo una minoría recurrirá a ella, pero toda la sociedad podrá afrontar el final de su vida con más tranquilidad: con una salida si la situación se vuelve insoportable.
Aunque ya conocemos el texto de la nueva ley, todavía quedan varias incógnitas por resolver sobre cómo funcionará la eutanasia en la práctica. Durante los próximos meses lo sabremos. Como siempre, puedes ponerte en contacto con DMD y trataremos de resolver tus dudas y asesorarte lo mejor posible.
¡Un abrazo y enhorabuena!
Jueves, 18 de marzo de 2021. El Congreso de los Diputados ha aprobado por mayoría absoluta la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE). La despenalización y regulación de la muerte asistida es una excelente noticia y un hito que sitúa a España entre los países más avanzados en derechos y libertades.
La legalización de la eutanasia resuelve una anomalía democrática que el país ha arrastrado durante décadas. En ninguna otra cuestión había tanta diferencia entre la opinión de la ciudadanía, mayoritariamente a favor de despenalizarla, y la legislación, que la consideraba un delito penal.
«Hoy es un día histórico para los derechos civiles», ha asegurado Javier Velasco, presidente federal de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD). «Ahorrará mucho sufrimiento a muchas personas. Se pedirán pocas eutanasias, pero la ley beneficiará a toda la sociedad».
En los países donde la eutanasia es legal, su práctica supone entre el 1% y el 4% del total de fallecimientos anuales. En un año normal (sin pandemia) en España fallecen algo más de 420.000 personas, por lo que es razonable estimar que entre 4.000 y 17.000 personas decidan adelantar su muerte cada año una vez la ley esté asentada. La experiencia internacional sugiere que las cifras serán más reducidas al principio e irán en aumento según crezca el conocimiento sobre la ley entre la ciudadanía, los profesionales sanitarios y las propias administraciones.
«La eutanasia ayudará a las personas que, aquejadas de una dolencia irreversible que les provoca sufrimientos insoportables, prefieren morir a seguir viviendo una vida que ya no desean», ha explicado Velasco. «Pero también beneficiará a esa mayoría de personas que nunca pedirán una eutanasia, porque podrán afrontar su proceso de morir con más tranquilidad. En adelante, sabrán que ya no están obligadas a soportar situaciones que consideren personalmente inaceptables».
DMD celebra la aprobación de la LORE y espera que pueda ponerse en marcha con normalidad. Es una norma que cuenta con el apoyo de la mayoría de la ciudadanía en general, y de los profesionales sanitarios en particular. Las encuestas no dejan lugar a dudas. Más del 70% según una consulta reciente del CIS (y hasta el 87% según Metroscopia en 2019) apoyan la eutanasia. Los profesionales de la medicina y la enfermería respaldan esta práctica en porcentajes similares al de la población general.
Tras la legalización de la eutanasia, el papel de DMD, la única asociación del país en defensa de los derechos sanitarios al final de la vida, se vuelve más importante que nunca. La entidad ya está lista para vigilar que la norma se cumple, asesorar a quien lo necesite y denunciar sus incumplimientos. «No vamos a permitir que quede en papel mojado», ha aseverado Velasco.
El derecho a adelantar la propia muerte de manera segura y pacífica ha formado parte del debate social en España al menos desde los años 90, cuando Ramón Sampedro hizo públicos tanto su voluntad de morir como su suicidio asistido.
A la lucha del marino gallego se han sumado otros muchos testimonios de personas que hicieron pública su voluntad de morir. Ciudadanas y ciudadanos que sacrificaron su anonimato, a menudo aquejados de graves padecimientos, para sensibilizar a la sociedad y para impulsar el derecho a decidir cuándo y cómo morir.
En un día como hoy, DMD quiere reivindicar sus nombres y recordar que la sociedad española debe mucho a su valentía. Sin duda, la LORE existe en parte gracias a las voces de Carlos Santos, Inmaculada Echevarría, Jorge León, Carlos Gómez, Madeleine Z., Pedro Martínez, Jordi Rodríguez, José Luis Sagüés, Antonio Aramayona, Montserrat Voltà, Carlos Martínez, José Antonio Arrabal, Luis de Marcos, Antoni Monguilod, Fernando Cuesta, la familia Tellaetxe o Mª Jesús Carrasco, entre otras.
La ley de eutanasia tampoco sería hoy una realidad sin el trabajo incansable de figuras relevantes como el filósofo Salvador Pániker o del doctor Luis Montes. Ambos presidieron la asociación Derecho a Morir Dignamente durante años, fueron la cara pública de esta reivindicación y fallecieron sin ver este derecho reconocido.
La asociación Derecho a Morir Dignamente se fundó en 1984 y desde entonces asesora sobre derechos sanitarios al final de la vida e impulsa la despenalización de la eutanasia. Cuenta con más de 7.500 personas asociadas en todo el Estado y atiende gratuitamente más de mil consultas cada año.
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Aunque sea difícil de creer, hoy, 11 de marzo de 2021, la eutanasia aún no es legal en España.
El 17 de diciembre de 2020, el Congreso de los Diputados aprobó la ley de eutanasia. Aunque fue un paso imprescindible, porque la decisión final depende de esta Cámara, no fue el definitivo. Este miércoles, 10 de marzo, el Senado aprobó algunas enmiendas menores al articulado de la ley y también le dio su visto bueno.
Salvo cambios inesperados, estos son los tramites pendientes antes de que la ley de eutanasia entre en vigor:
Si todo va bien, a finales de junio ya será posible solicitar una eutanasia. Para que esto sea así, además de su aprobación definitiva en el Congreso de los Diputados, deben resolverse varias cuestiones administrativas. Las comunidades autónomas deberán crear sus Comisiones de Evaluación y Garantías, formar a sus sanitarios y establecer protocolos. También tendrán que autorizarse fármacos para ayudar a morir.
Mientras no esté publicada en el BOE, la ley de eutanasia aún puede cambiar. Pero, salvo cambios inesperados, tenemos una idea bastante clara de cómo será el procedimiento para solicitar una muerte asistida. En nuestro artículo «¿Será segura la ley de eutanasia?«, donde detallamos los pasos que hay que seguir para solicitar una eutanasia según el texto con el que trabajan ahora las Cortes.
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Despenalizar la eutanasia y/o suicidio médicamente asistido ha tenido un efecto impulsor sobre el desarrollo de la atención paliativa en todos los países que han admitido la muerte médicamente asistida. Los países donde la eutanasia es legal, tienen mejores cuidados paliativos hasta el punto de que Oregón, por ejemplo, cuente con una atención paliativa muy superior al resto de estados de EEUU en que no es legal el suicidio asistido. Otro tanto ocurre en Holanda, Bélgica y Luxemburgo donde tienen los mejores servicios de cuidados paliativos solo superados en Europa por Gran Bretaña. De hecho, Bélgica y Luxemburgo aprobaron leyes de cuidados paliativos a la vez que las de eutanasia.
La despenalización ha supuesto en todos los casos una mayor atención hacia los cuidados al final de la vida y una mayor derivación de pacientes a paliativos; mayor respeto a las elecciones y a la autonomía del paciente. Hablar de la muerte ya no es tabú. Médicos y pacientes mantienen conversaciones más abiertas y transparentes.
La despenalización de la eutanasia ha traído mejoras objetivas en la atención paliativa: mejor tratamiento del dolor; mayor uso de morfina; menos hospitalizaciones; y menos tratamientos agresivos al final de la vida.
Para más información consulta el estudio elaborado por Australia sobre la experiencia internacional de la despenalización de la muerte asistida y el sector de los cuidados paliativos. Lectura en inglés.
Aunque la postura oficial del paliativismo en España es la incompatibilidad entre paliativos y eutanasia, hasta el punto de afirmar que los cuidados paliativos son «el antídoto contra la eutanasia», lo cierto es que eutanasia y cuidados paliativos son complementarios y no excluyentes que responden a la pluralidad de cualquier sociedad libre. Con todo derecho, hay personas que rechazan desde el principio recibir cuidados paliativos y piden directamente la ayuda para morir pero la mayoría elige recibir cuidados paliativos para aminorar el sufrimiento que las enfermedades terminales comportan y algunas de ellas solicitarán la eutanasia a lo largo de la evolución.
La experiencia desmiente la oposición paliativos/eutanasia. Los países con leyes de eutanasia tienen mejores cuidados paliativos. En Bélgica por ejemplo, en el 60% de los casos un médico paliativista participa en la toma de decisión del proceso de eutanasia, que se practica también en centros sanitarios de titularidad religiosa con la exigencia de que sea practicada por un médico paliativista, precisamente.
Por ello, tanto en Bélgica como en Canadá, tras el desarrollo de las leyes de eutanasia, las asociaciones de cuidados paliativos han abandonado el discurso contra la eutanasia y consideran hoy que eutanasia y cuidados paliativos son complementarios «no son antagónicos ni alternativos. La eutanasia puede formar parte de los paliativos” e instan a sus miembros a «respetar la autonomía del paciente con todas las consecuencias».
Los cuidados paliativos son un enfoque de la medicina centrado en aliviar y acompañar a la persona enferma cuando no es posible la curación. Pero ni los mejores cuidados paliativos pueden eliminar completamente el sufrimiento, ni siquiera el dolor físico. Pretender, como hace el discurso oficial paliativista, que con unos cuidados paliativos excelentes se eliminan las peticiones de eutanasia es una falacia interesada; así lo demuestra la experiencia: el 90% de pacientes que solicitan el suicidio asistido en Oregón y el 72% en Bélgica estaban recibiendo cuidados paliativos de la máxima calidad.
En nuestro caso, más del 95% de los médicos españoles (estudio 2.451 CIS. 2002) consideran que ni los cuidados paliativos de máxima calidad evitarían peticiones de eutanasia.
El hecho es que, como cualquier dispositivo sanitario, los cuidados paliativos no pueden imponerse pues se rigen por el mismo principio de respeto a la autonomía personal –consentimiento informado– consagrado por las leyes sanitarias. En una sociedad democrática avanzada, cualquiera debe tener la libertad para decidir cómo quiere vivir el proceso final de su enfermedad y algunas personas, que quieren decidir hasta cuándo desean ser cuidadas, prefieren no prolongar un final que, con paliativos o sin ellos, es inevitable.
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El enlace lleva a la transcripción de la sesión plenaria donde se debatieron las enmiendas del Senado, y en la que se descarta en particular los argumentos de los relatores de la ONU, según los cuales la ley podría estigmatizar a los discapacitados y poner en riesgo las poblaciones vulnerables.
Por la confluencia de varios factores. No será uno menor el haber sufrido una dictadura de cuarenta años en que la religión ha tenido un papel fundamental de soporte doctrinario del régimen. La transición ha actuado como facilitadota de la liberación de las conciencias. Quienes vivieron la dictadura fueron educados en la aceptación de la muerte cómo y cuándo Dios quería y del sufrimiento como algo consustancial con la naturaleza humana (el mundo como «valle de lágrimas»). La democracia y la apertura a los Derechos Humanos Universales proclamados por la ONU años antes de la muerte del dictador, llevaron al convencimiento de la población la legitimidad de buscar la felicidad evitando el sufrimiento. El saberse sujetos de derechos, ciudadanos y no súbditos, facilitó el sentir de la vida como una propiedad y reclamar el derecho a gobernarla, especialmente en el momento final cuando ya de nada sirve sufrimiento alguno.
Por otra parte, el desarrollo tecnológico de la medicina moderna ha llevado a prolongar el proceso final de las enfermedades y con ello a incrementar el sufrimiento asociado. Una de las encuestas de opinión sobre la asistencia en la muerte reveló que más de el 50% de las personas encuestadas había asistido a la muerte entre enormes sufrimientos no adecuadamente aliviados de al menos una persona cercana.
La sociedad española descubrió hace años que en España se muere bien o se muere mal según el médico que te toque. Tomar las riendas de las decisiones que nos afectan, especialmente al morir, es la única manera de garantizarse una muerte digna. La sociedad española es consciente de ello.
La sociedad española se ha manifestado a favor de no prolongar innecesariamente el sufrimiento que comportan las enfermedades incurables y terminales desde hace muchos años. No es ajena al posicionamiento ciudadano la lucha pública en los años 90 del siglo XX del gallego Ramón Sampedro que, años después se llevaría a la pantalla de la mano de Amenábar con «Mar adentro». Aquella «cabeza en un cuerpo muerto» inició la reivindicación pública de la eutanasia y, desde el imaginario común, ha acompañado el camino hasta la aprobación de la Ley de Eutanasia. Un camino sembrado de los testimonios públicos de personas valientes que, con ayuda de terceros cuando ha sido necesario, han llevado a primera plana su negativa a vivir su final del modo que otros habían establecido como obligatorio.
En este contexto, desde la primera vez en que se preguntó a la población española por su opinión sobre la eutanasia, el apoyo a la eutanasia ha sido mayoritario. Lo ha hecho, además, de modo creciente: Si en 2009 la encuesta del CIS encargada por el Ministro de Sanidad, Bernat Soria, mostraba que el 73% de los encuestados estaban a favor de la eutanasia, en la última de Metroscopia 2019 el porcentaje asciende al 87%.
No se trata de ponernos medallas injustificadas pero la presencia de DMD en todos estos años y la labor de difusión e información no es ajena a este posicionamiento como sociedad.
Una vez aprobada la Ley DMD seguirá informando a la población y a los profesionales implicados, vigilará su cumplimiento y seguirá dando apoyo a quienes se sientan dueños de su vida.
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Se trata de un proyecto sin fines de lucro, que responde al deseo de muchos pacientes de no morir en un entorno hospitalario y también a la dificultad de acceder a la muerte médicamente asistida en residencias o instalaciones sanitarias de obediencia religiosa. Está formado por un grupo de médicos, enfermeras, especialistas en ética, defensores y voluntarios que creemos en la elección, la tranquilidad y la dignidad al final de la vida de los pacientes y sus familias.
Además, MAiDHouse proporciona información y asesoramiento a los pacientes en el proceso de solicitar una muerte médicamente asistida.