Lee la revista nº 80 de DMD, de octubre de 2019.
Ante una realidad compleja, como es el suicidio, en lugar de reconocer que no tenemos una respuesta definitiva y válida para todos los conflictos que plantea, la sociedad la simplifica y crea el cliché de que el suicidio está mal y es cosa de locos. Como se ha repetido hasta la saciedad, el primer obstáculo a sortear al abordar la disponibilidad de la propia vida es el tabú social de la muerte.
Lee el artículo completo de Fernando Marín, médico paliativista, publicado en la revista de DMD nº 80.
La eutanasia por sufrimiento psicológico. DMD 80-2019_web copia
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¿En qué consiste la buena muerte? Se ha intentado responder con referencias históricas, con reflexiones morales y/o filosóficas, cayendo en la trampa de creer que hay una única forma de morir bien, es decir, un solo “bien morir”.
Las personas no tenemos una existencia a la que se le añade vida, sino que existir como humanos exige ser, a la vez, vivientes. Nadie nos da la vida ni nos la quita, porque no somos “algo” con vida: somos vida. Al morir, no perdemos la vida, porque no hay nada en la persona que la tenga, nada del ser persona que quede después del hecho de morir y que no sea la simple materia inerte.
Lee el artículo completo de Julen Goñi, catedrático de Filosofía de EEMM, publicado en la revista de DMD nº 80.
El bien morir. DMD 80-2019_web copia
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Antoni Monguilod continúa esperando una ley de eutanasia que, para él, como para tantas otras personas, quizás ya no llegue a tiempo.
Y la pregunta que nos hacemos es esta: ¿Cuánto pesará sobre la conciencia de nuestros representantes la cantidad ingente de dolor innecesario al final de vida de las personas que están reclamando poder encarar su muerte de otra manera?
«A los políticos les pido que despenalicen la asistencia a traspasar, porque ayudarían a mucha gente y se ahorraría mucho sufrimiento».
Lee el artículo completo publicado en la revista de DMD nº 80.
Antoni Monguilod DMD 80-2019_web copia
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La Fundación BBVA ha publicado un informe sobre los valores de la ciudadanía de varios países europeos. Entre las cuestiones que han consultado está el grado de aceptación de la eutanasia. Según este sondeo, elaborado por Ipsos, el apoyo a la eutanasia es abrumador y transversal a toda la sociedad, tanto en España como en otros países de su entorno.
Pese a que sigue prohibida en sus códigos penales, la ciudadanía de España, Francia, Italia, Reino Unido y Alemania apoya de forma mayoritaria el derecho de una persona terminal a solicitar (y recibir) una muerte asistida. En promedio, el derecho a la eutanasia recibe una puntuación de 7,4 sobre 10. La encuesta plantea que una nota de 0 (cero) significa «totalmente inaceptable» y un 10 supone considerarlo «completamente aceptable».
Menos del 15% en España puntúa la ayuda médica a morir por debajo del 5. Aunque con otro formato de pregunta, los resultados apuntan en la misma dirección que otras muchas encuestas recientes: la eutanasia ya ni siquiera puede considerarse un asunto controvertido. El apoyo a esta práctica es mayoritario, a menudo por encima del 80% de población. Que siga siendo un delito es una anomalía democrática.
La encuesta también destaca que el apoyo a la eutanasia es mayoritario en todas las edades, géneros, ideologías y nivel de religiosidad. Aun así, señala que «el nivel de aceptabilidad se incrementa con el nivel educativo, entre quienes se declaran de izquierdas y entre los que expresan un nivel de religiosidad bajo». Incluso entre las personas que se autodenominan como «muy religiosas» la muerte asistida recibe un 6,1 de nota media en España (un 5,9 en el promedio del resto de países consultados).
La eutanasia se sitúa, según este trabajo, en una zona de «muy amplia aceptación». Recibe más apoyo que el matrimonio igualitario (que está en la zona de «amplia aceptación» u otras cuestiones generalmente aceptadas pero que provocan más controversia como el aborto o la gestación subrogada.
El Festival de Cine Solidario de Guadalajara, más conocido como FESCIGU, es uno de los principales eventos culturales de la capital alcarreña. Se trata de un festival de cortos que en sus 17 años de vida ha logrado un gran prestigio e incluso colabora en la preselección de los cortometrajes que se disputan los premios Goya.
El Fescigu ofrece a las asociaciones sociales y ONG de la ciudad la posibilidad de poner una mesa informativa en el hall del Teatro Buero Vallejo, donde se celebra. Es una iniciativa excelente porque por ese ‘Hall Solidario’ pasan miles de cinéfilos a lo largo de los cinco días que dura el festival.
El grupo local de DMD en Guadalajara, que funciona desde hace año y medio, recibió este año la invitación para participar del Hall Solidario, y aceptó con alegría. Del 1 al 5 de octubre, los miembros de DMD han estado todas las tardes dando información y recogiendo nombres de personas que quieren acercarse a DMD o desean recibir información sobre los talleres de testamento vital que organiza el grupo. Entre uno y otro se han inscrito más de 50 personas.
Las organizaciones presentes en el Hall Solidario, por su parte, colaboran con el Fescigu participando en la elección del corto que, a juicio de todas, debe ser distinguido con el Premio Conciencia Social, para destacar el trabajo que demuestre una mayor sensibilidad.
Por supuesto, DMD aceptó encantada participar en el visionado de los cortos y en la elección del trabajo premiado, y la casualidad ha hecho que esa colaboración haya dado mucha visibilidad a la asociación. El premio Conciencia Social es entregado siempre en la Gala de Clausura por dos de las organización que han participado en la selección, escogidas por sorteo. Este año, una de las elegidas fue DMD. Gracias a eso, Mercedes Serrano, de nuestro grupo, tuvo la oportunidad de hacer una breve presentación de DMD desde el escenario del Teatro Buero Vallejo, ante un auditorio de más de mil personas.
Por Fernando Marín
«Enmarcar la demencia como una sentencia de muerte, una enfermedad sin cura, un deterioro lento y prolongado, una dependencia creciente y una pérdida de esperanza, solo aumenta el miedo y el estigma que rodea a esta enfermedad», dice un artículo publicado hace unos días en The Lancet, traducido por la magnífica web NoGracias, con motivo del Día Mundial del Alzheimer.
“Rastreamos los orígenes sociales del estigma de la demencia y ofrecemos una manera de restaurar la esperanza que es independiente de si la cura está en el horizonte o no. Un enfoque basado en la fuerza de respetar la capacidad individual, la perspicacia y la personalidad desde el diagnóstico hasta el aliento final”.
Discrepo. Para empezar, el estigma –si es que lo hay– no es comparable a otros casos, como el del VIH. Las personas con demencia no son vilipendiadas, insultadas, devaluadas, ni enviadas al ostracismo. Es la enfermedad, no la sociedad, la que las aísla del mundo. Eso no es un estigma, es la cruda realidad.
Efectivamente, como menciona el artículo, Descartes se equivocaba, pero no en el sentido que proponen los autores, sino en el que sostiene António Damásio: “Existo, luego pienso”. Sobre la demencia el famoso neurocientífico escribe:
«En su inexorable avance, los estragos van más allá de los procesos autobiográficos. En los últimos estadios de la enfermedad de Alzheimer, en aquellos pacientes que habían recibido una buena asistencia médica y lograron sobrevivir más tiempo, se iba asentando de manera paulatina un estado prácticamente vegetativo. La conexión del paciente con el mundo se iba reduciendo hasta parecer individuos afectados por un mutismo acinético. Los pacientes ejecutan un número cada vez menor interacciones con el entorno físico y humano, y responden cada vez menos estímulos procedentes de su alrededor. Las emociones de estos pacientes permanecen mudas y su comportamiento lo domina un ademán ausente, apático, vacío, descentrado, mudo». (Y el cerebro creó al hombre, pág. 348).
¿Qué significa restablecer la esperanza (perdida)? Nada. En mi caso, si padeciera una demencia, no deseo restablecer nada. Mi esperanza es que se respete mi voluntad de morir (del todo) antes de ser dependiente. Por si no me puedo expresar, así lo explico en mi testamento vital: si ya no me acuerdo de quién soy, quiero una inyección letal que en segundos me sumerja en un plácido sueño hasta mi muerte. Si la ley no lo permite, cuando ya no coma solo, me despediré de la vida ayunando.
Entiendo que el valor que yo le otorgo a mi libertad y a mi independencia física, es decir, a mi dignidad, no es compartido por otras personas, a las que respeto totalmente. Me parece fenomenal que, por lo que sea, ellas y sus cuidadoras encuentren sentido a una vida tan deteriorada. Pero negar la realidad para dulcificar una tragedia, inventarse cómo funciona el cuerpo humano, sólo conduce a la frustración.
“La demencia nos desafía a examinar lo que significa ser humano. Al adoptar un enfoque en la demencia basado en la fuerza, podemos dejar de ubicar nuestra personalidad en nuestras capacidades intelectuales y mentes adultas socialmente moldeadas, y ubicarla en nuestra vulnerabilidad, nuestra apertura, nuestra imaginación, nuestras capacidades no verbales, nuestra capacidad para dar y recibir amor, nuestra dependencia e incluso nuestra cercanía a la muerte. Estas cualidades humanas nos unen a todos si las compartimos. El reconocimiento de que las personas que viven con demencia poseen estas cualidades a lo largo del curso de esta enfermedad puede restaurar la esperanza y la conexión en los enfermos, en los profesionales sanitarios y en las parejas que los cuidan”.
¿Ubicar nuestra personalidad en nuestra vulnerabilidad? ¿Dar y recibir amor? ¿Una persona con demencia grave? Prefiero a Damásio:
“Y qué decir de los propios pacientes en este último estadio de la enfermedad, cuando su cerebro recibe un nuevo mazazo (…). El nuevo deterioro resulta muy doloroso de presenciar para las personas más allegadas a ellos, pero para los pacientes es como una bendición. En esta última etapa, los pacientes que presentan tal grado de deterioro de la conciencia no son conscientes de los estragos que la enfermedad les está causando. Se han convertido en los caparazones de los seres humanos que una vez fueron. Merecen nuestro amor y cuidado hasta el amargo final, pero por fortuna están libres ya, en cierta medida, de las leyes del dolor y del sufrimiento que siguen rigiendo para aquellos que los contemplan”.
Lo más sensato que dice al artículo es la importancia del testamento vital (directrices o voluntades anticipadas). Por mucho que hagamos de la necesidad virtud, las personas con demencia no “cambian nuestras vidas para mejor”, ni “el paisaje experiencial de las formas de diversidad cognitiva” es un beneficio social. La demencia no es un “problema de diversidad, ni una forma diferente de ser”, es una cruel enfermedad que no hace que “los enfermos sean nuestros maestros”, sino todo lo contrario, los degrada hasta hacerlos irreconocibles.
¡Por supuesto que hay que cuidar con el máximo respeto y delicadeza a las personas con demencia! Pero hay que abordar la tarea reconociendo que es durísima, sin engaños. Este enfoque, esta declaración de buenas intenciones, cuando se estrella con esta cruda realidad, no sólo no ayuda, ni consuela, sino que puede provocar daño en familiares agotados, culpables de no estar a la altura de palabras tan grandilocuentes.
Como comentaba hace unos años, mucho ojo con los mensajes que culpabilizan, la vida no es una postal.
Ayudar a morir a una persona que considera que su vida carece de sentido no es un asesinato con premeditación como afirma la fiscalía sudafricana, ni un homicidio como lo definen tantos códigos penales, empezando por el español. Suspender los tratamientos de un paciente en estado vegetativo desde hace más de 10 años siguiendo protocolos legales no es un asesinato como gritan sin pudor los padres de Vincent Lambert, integristas notorios, en Francia.
No. Ayudar a morir no es un asesinato si la persona ayudada, con plena libertad, lo solicita o lo ha solicitado claramente porque considera que su vida ya no es vida, porque tiene una enfermedad irreversible y sufrimientos insoportables. Es un acto de solidaridad humana y de respeto. Siempre. Y tendremos que luchar con determinación contra las fuerzas reaccionarias que nos quieren retrotraer a épocas de siniestra memoria. A tiempos en los que nuestro derecho a decidir por nosotros mismos estaba pisoteado en todos los ámbitos, a golpe de conceptos de raíz religiosa como el de “sacralidad de la vida”. Mi vida es mía y yo decido. Y quien me apoya y me ayuda en mi decisión no es un asesino. Llevamos los dos la misma lucha, por un ensanchamiento de las libertades.
«¡Ayudar a morir no es asesinar!«
“Sé que muchas personas se sentirán decepcionadas porque haya aceptado un acuerdo de culpabilidad en vez de ir a juicio. Si lo hubiese hecho, podría haber sido declarado inocente y, por lo tanto, dar lugar a un cambio de ley.(…) Pero me enfrentaba a 3 cadenas perpetuas: era demasiado arriesgado. Tengo 3 hijos pequeños que necesitan a un padre y no a un mártir”.
Sean Davison no es un peligroso asesino en serie: es un activista pro-derechos humanos que vive actualmente en Sudáfrica. Ya fue condenado hace años en su Nueva Zelanda natal a cinco meses de arresto domiciliario por ayudar a morir a su madre, en fase terminal de cáncer. En Sudáfrica, ayudó a la Comisión de la Verdad y Reconciliación en la identificación de cadáveres muy deteriorados de víctimas de la represión durante la época del apartheid, y fundó el laboratorio de ADN forense de la Universidad de West Cape, donde trabaja. Este laboratorio ayuda gratuitamente a la policía en la identificación de culpables de violaciones grupales. Es también fundador y presidente de la asociación que lucha por la legalización de la eutanasia en Sudáfrica, Dignity SA, y presidente de la World Federation of Right to Die Societies.
¿Su crimen? Haber respondido positivamente a las peticiones de ayuda para morir de tres enfermos muy graves, con condiciones de vida muy deterioradas e irreversibles: uno, casi completamente paralizado con daños cerebrales graves; otro, aquejado de una ELA muy avanzada; el último, tetrapléjico después de un accidente de coche ¡Tres actos de solidaridad y de respeto que la fiscalía calificó de “asesinatos con premeditación”! Sean Davison aceptó un acuerdo de culpabilidad y fue finalmente sentenciado a 3 años de arresto domiciliario. ¿Qué justicia es ésta que sólo maneja el amedrentamiento y el mercadeo?
«Una eutanasia habiese sido menos sádico»
Vincent Lambert: 10 años en estado vegetativo y con alimentación artificial; 34 decisiones judiciales. El caso llegó hasta el Consejo de Estado y la Comisión Europea de Derechos Humanos que declararon la suspensión de tratamiento ajustada a derecho.
Sin embargo, en mayo, el Tribunal de Apelaciones de París obligó a restablecer la alimentación y la hidratación, suspendidas unas horas antes, y esperar el dictámen del Comité para la Defensa de los Derechos de las Personas Discapacitadas de la ONU –dictamen solicitado por los padres del paciente, integristas católicos apoyados por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y financiados por la Fundación Jerôme Lejeune, también de ideología integrista–.
El Estado y el hospital presentaron recurso ante el Tribunal Supremo que se reunió en sesión plenaria (19 magistrados) el 24 de junio para examinar si el fallo de la Corte de Apelación de París del 20 de mayo que había invocado “la violación manifiesta de una libertad individual –el derecho a la vida– por el Estado” se ajustaba a derecho. El fiscal del caso en el Tribunal Supremo pidió la revocación del fallo sin posibilidad de recurso, avisando de que “un fallo diferente pondría en cuestión todo nuestro ordenamiento jurídico(…), así como la Ley Leonetti o la ley sobre la interrupción del embarazo”.
El 28 de junio, el Tribunal Supremo dió a conocer su decisión: considera que el Tribunal de Apelación de París no era competente para pronunciarse sobre este caso y revoca –sin posibilidad de apelación– la sentencia anterior. El 2 de julio se suspendieron los tratamientos y empezó la sedación terminal, que puede durar muchos días. «Infelizmente no es una eutanasia. Sería más rápido y sería un poco menos sádico y otorgaría un poco más de derechos a los pacientes» , ha declarado el sobrino del paciente. «Esta espera es dolorosísima para todos«, recalcó una hermana de Vincent Lambert.
Investigaciones fiscales y juicio en Holanda
Según el Ministro de Sanidad holandés, “la ley de eutanasia es un tema constante de debate”… pero parece que la situación va más allá del simple debate.
Un médico será juzgado en agosto por la eutanasia en 2016 de una paciente demenciada que había otorgado sus Directrices Anticipadas cuando aún estaba lúcida; por otra parte, tres casos de eutanasias correspondientes a los años 2017 y 2018 están actualmente investigados por la fiscalía: dos involucran a pacientes enfermas de Alzheimer y un tercero de depresión subyacente en el caso de una paciente operada por problemas abdominales y enferma de cáncer.
En todos estos casos aparecen la depresión o la enfermedad de Alzheimer: situaciones siempre difíciles y complejas, que efectivamente suscitan debate tanto en la sociedad como entre los profesionales. Pero no nos olvidemos tampoco del contexto de estas persecuciones judiciales: desde las últimas elecciones, un partido confesional nada favorable a la eutanasia –la Unión Cristiana– forma parte de la coalición de gobierno, y la fiscalía ha endurecido sus criterios para abrir investigaciones, dando a entender que la situación “había ido demasiado lejos”. La validez de las razones psiquiátricas para acceder a la eutanasia está en el centro de los debates, y la NVVE, la asociación hermana de DMD en Países Bajos, teme la utilización de estos casos, que son muy minoritarios, para amedrentar a los médicos.
Según los datos suministrados por los Comités de Revisión de la Eutanasia, en 2018 hubo 6127 casos de eutanasia, de los cuales el 1% fueron por razones psiquiátricas y un 2,4% por demencia. “Las razones psiquiátricas son tan válidas como las físicas y de lo contrario, las personas se suicidan, como lo hizo Noa Pothoven”, afirman en la Clínica del Final de La Vida, recordando el caso –tratado recientemente de manera amarillista por la mayoría de la prensa internacional– de esta joven traumatizada por abusos sexuales que no pudo conseguir la eutanasia y se dejó morir de inanición.
Se pone en marcha la “ley más garantista del mundo”
Entró en vigor el 19 de junio pasado el Voluntary Assisted Dying Act (Ley de Muerte Asistida Voluntaria) del Estado de Victoria en Australia –“la ley más garantista del mundo” según el primer ministros Daniel Andrews–, después de año y medio de intensos preparativos. “Anticipamos que, en los primeros 12 meses, según la experiencia en el extranjero, alrededor de una docena de personas accederán a la muerte asistida voluntaria, y creemos que se acabará estabilizando en 100 o 150 casos por año”, lo que representaría aproximadamente un 0,9% del total de los fallecimientos. Esta ley incluye nada menos que 68 salvaguardias lo que hace que muchos observadores críticos describen ya como “una carrera de obstáculos” el acceso a la prestación.
Desde su aprobación, 175 médicos han seguido el programa de capacitación para poder responder a las solicitudes de los pacientes, y una única farmacia hospitalaria podrá suministrar el cóctel letal. Ya surgen ciertas dificultades: la ministra de sanidad del Estado de Victoria ha recomendado a los médicos y a las familias abordar sólo de viva voz el tema de la muerte voluntaria asistida, nunca por escrito porque… ¡podrían ser condenados a multas de hasta 210.000 dólares australianos según una ley federal de protección contra el suicidio actualmente vigente!
Se resquebrajan las oposiciones numantinas
A finales de junio, la Asociación Médica Británica (BMA, 160.000 miembros) y el Real Colegio de Médicos Generalistas (RCGP – 53.000 miembros) han anunciado que van a consultar a sus miembros para determinar si deben renunciar a su tradicional oposición a la muerte médicamente asistida y adoptar una posición neutral tal como ya hizo el Real Colegio de Médicos (RCP) en marzo pasado.
“Está cada vez más claro que existe un amplio espectro de puntos de vista en la profesión médica en relación con las opciones del paciente al final de la vida y las organizaciones médicas deben reflejar este estado de cosas. Tanto los políticos como los pacientes quieren saber qué opinan los médicos sobre la muerte asistida y necesitamos escucharlos. Nuestros pacientes han reclamado esta opción durante décadas y deberíamos alegrarnos de que los médicos estén preparados para participar en el debate”, afirmó el Dr. Jacky Davis, presidente de la Asociación de Profesionales de la Salud para la Muerte Asistida.
«AMORTANASIA» o el arte como herramienta de transformación social
El artista visual chileno Francisco Tapia Salina, conocido como Papas Fritas, concibe su trabajo, tanto a nivel estético como ético, como actos de desobediencia civil destinados a transformar la realidad. Presenta actualmente en un centro cultural del área metropolitana de la capital chilena su último proyecto titulado “Amortanasia”, que “marca una ruptura y subvierte el orden imperante actuando en el límite del marco legal vigente, en un momento en que, paralelamente, se discute por primera vez en Chile un proyecto de Ley de Eutanasia en el Congreso”.
La instalación presenta físicamente la “escultura funcional Iristhanatos” que permite, pestañeando, activar una perfusión de producto letal, así como los planos y la programación del aparato, de licencia libre; testimonios de enfermos terminales que encontraron, en el marco de este proyecto, la ayuda para morir que la legalidad chilena les niega; y también una petición para reclamar la despenalización de la ayuda a morir, implicando así al visitante en la lucha planteada.
La Comisión de Salud del Congreso chileno está avanzando en el estudio de un proyecto de ley, presentado en 2014, que permitiría el acceso a la eutanasia a pacientes terminales con sufrimiento físico, o síquico causado por una enfermedad física. Con el proyecto “Amortanasia”, el artista desea “llamar la atención para que la sociedad reflexione, (…) crear un movimiento social” y conseguir que el debate no se quede encerrado detrás de las puertas del Congreso.
«Un debate que se tiene que dar»
Diagnosticado de ELA en 2018, Fernando Sureda, antiguo gerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol y personaje público muy conocido, decidió exponerse y llevar a los medios su lucha a favor de la eutanasia. Su caso está teniendo mucho impacto en Uruguay. “No quiero depender de una máquina para vivir, ni ver sufrir a mi familia. (…) Quiero tener una muerte digna consensuada con mi familia, con los médicos”…
Uruguay aprobó en 2008 una Ley de Derechos del Paciente que sitúa a este último en el centro de las decisiones sobre su salud, y en 2009 una Ley de Voluntades Anticipadas. Es el país con mejores cuidados paliativos de Latinoamérica. Pero además, lo más llamativo es que integró en su Código Penal –aprobado en los años 30 del siglo pasado– la atenuación de las penas en caso de ayuda al suicidio a enfermos incurables y con muchos sufrimientos que la solicitan. Falta en este arsenal legislativo muy avanzado el último derecho, que reclama alto y fuerte ahora Fernando Sureda: el derecho a decidir cuándo y cómo morir.
La sociedad uruguaya parece apoyar esta opción, pero la Asociación Médica Uruguaya, miembro de la AMM-Asociación Médica Mundial, se declara en contra de la eutanasia, aunque los médicos en realidad estén divididos. Y como en todos lados, el problema es político: Uruguay está ahora en período pre-electoral, y los políticos se resisten a abordar un tema considerado controvertido. Sin embargo, el debate social está lanzado. Se ha creado un grupo que reúne a legisladores, intelectuales y médicos y prepara un proyecto de ley: “Ahora o después de las elecciones, se tendrá que debatir”, dicen.
Programas de debates sobre la eutanasia en la televisión uruguaya:
Pincha aquí para ver un debate
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¡Ya son 9!
Maine es el 9º Estado de EE.UU. en aprobar una Ley de Ayuda a Morir, después de Oregón (1997), Washington (2008), Vermont (2013), California (2015), Colorado (2016), Washington DC (2017), Hawaï (2018) y New Jersey (2019).
El Death with Dignity Act (Ley de Muerte con Dignidad) acaba de ser aprobado por 73 votos favorables y 72 en contra en la Cámara de representantes, y 19 votos favorables y 16 en contra en el Senado. La gobernadora demócrata del Estado lo ha firmado el 12 de junio pasado. Entrará en vigor en el próximo mes de septiembre. Sigue el patrón de la ley pionera de Oregón: un paciente residente en el Estado, adulto, competente, con una enfermedad terminal y un pronóstico de 6 meses o menos –condiciones que tienen que comprobar 2 médicos–, después de formular su solicitud 2 veces oralmente en un plazo de 15 días y finalmente también por escrito, podrá conseguir un producto letal que habrá de tomar por sí mismo.
Ya son 70 millones los norteamericanos que viven en un Estado donde pueden acceder a la ayuda para morir.
Maine Adopts Death with Dignity
Maine aprueba la Muerte con Dignidad
Texto de la Ley de Ayuda a Morir del Estado de Maine
¿Derecho a morir para pacientes no terminales?
En 1997, Oregón se convirtió en el primer estado de los EE.UU. en aprobar una ley de Muerte con Dignidad (Death with Dignity Act). Esta ley en su momento fue una inmensa victoria. Desde entonces, son 9 los estados que han aprobado leyes similares, y se presenta como una garantía contra los abusos el hecho de que no se haya aportado ninguna modificación al “modelo Oregón”. En más de 20 años, la única modificación aportada, en fecha reciente, es la reducción del plazo de 15 días entre las 2 solicitudes orales de ayuda a morir exigidas por la ley, en caso de fallecimiento inminente del solicitante.
Los pacientes que sufren de enfermedades neurodegenerativas –que entrañan intensos sufrimientos y graves deterioro de la calidad de vida–, como esclerosis lateral amiotrófica, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson u otras afecciones neurológicas, o de demencia, siguen totalmente excluidos. De allí que se expresen cada vez más críticas a las importantes limitaciones de este tipo de ley. Sin embargo, una asociación como Compassion & Choice defiende que ampliar los requisitos aumentaría la oposición a la norma y dificultaría o incluso frenaría la aprobación de leyes de ayuda a morir en más Estados.
La asociación “End choices. My life. My death. My way.” (Opciones finales. Mi vida. Mi muerte. A mi manera.) se ha creado para conseguir ampliar los requisitos de acceso a la ayuda a morir.
El 14 de julio se celebró una charla de DMD Asturias en el seno de las actividades de la XXXII edición de la Semana Negra de Gijón.
En el acto participaron Noelia Ordieres, trabajadora social y Fernanda del Castillo, enfermera.
Fernanda del Castillo presentó la asociación Derecho a Morir Dignamente y el desarrollo de sus actividades tanto a nivel político como de asesoramiento y de sensibilización social. Destacó algunas actividades desarrolladas por la asociación en Asturias. También presentó la revista de DMD, comentó su nuevo formato, sus contenidos monográficos y de actualidad que suelen abordarse.
Por su parte, Noelia Ordieres expuso la situación del la eutanasia en España y en los países del entorno. También explicó las propuestas de ley presentadas a lo largo de varias legislaturas y se detuvo en explicar la más reciente: la presentada por el PSOE en 2018, así como las críticas y sugerencias que DMD propuso al texto.
En el acto participaron más de 80 personas, con las que se celebró un coloquio.
Por: Isabel Alonso y Xavier Gol. Publicado originalmente en la revista de DMD nº 79
Esta vez es el cierre prematuro de la XII legislatura lo que da al traste con las expectativas despertadas en 2018 por la admisión a trámite de dos propuestas para despenalizar la eutanasia. Pero han sido muchas las ocasiones previas en que el Congreso ha desatendido propuestas para legalizar la muerte asistida.
Durante la pasada legislatura hemos estado más cerca que nunca de lograr la despenalización de la eutanasia. De nuevo se ha frustrado la posibilidad. El resultado de las elecciones nos llevará, como siempre, a reflexionar sobre las estrategias políticas para conseguir cuanto antes nuestro objetivo. Para ello, puede ser útil repasar la historia de los anteriores intentos parlamentarios de despenalización, que planteamos aquí de manera esquemática. Podremos ver así que algunos partidos políticos nos han acompañado siempre en el camino del reconocimiento de la libertad al final de la vida. Otros se han ido sumando sobre la marcha.
En 1994, la eutanasia llegó al Congreso de la mano de Pilar Rahola, entonces diputada de ERC. Presentó dos propuestas. La primera, el 9 de marzo, en forma de interpelación urgente al Ministro de Justicia, Belloch, «sobre medidas que tiene previsto llevar a cabo el gobierno para llenar el vacío existente en el tema de la eutanasia activa». Para esta interpelación contó con el apoyo del diputado del grupo IU/IC, Diego López Garrido.
La segunda propuesta que hizo Pilar Rahola lleva fecha de 26 de abril. En este caso, la diputada propuso la creación de una ponencia que estudiara «dar curso legal a la demanda social generada en torno a la eutanasia» y fueron el diputado de Coalición Canaria Lorenzo Olarte y la diputada de IU/IC Ángeles Maestro quienes le dieron apoyo. Está clarísimo que estas dos propuestas llegaron desde la sociedad al Congreso acompañadas por la voz de Ramón Sampedro.
En 1995 se aprobó el nuevo Código Penal. Incorporaba a su artículo 143 un punto 4 que recogía casi textualmente la redacción propuesta por DMD, a través del senador independiente por el PSOE Cesáreo Rodríguez Aguilera, para despenalizar la eutanasia. Frustrando esta posibilidad, se utilizó la redacción para atenuar las penas “en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo”.
En 1998, el 17 de febrero, cuando hacía un mes y cinco días de la muerte de Ramón Sampedro, se propone la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada por Pablo Castellano (IU), con el apoyo de Francisco Alcaraz del Grupo mixto (Nueva Izquierda-IC).
Tres años más tarde, en 2001, el 20 de marzo, se presenta en el Congreso la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada por María Luísa Castro (IU) y Joan Saura (Grupo Mixto-IC), con la intervención a favor de José Antonio Labordeta (ChA). El 11 de diciembre, Javier Barrero (PSOE), con el apoyo de Joan Saura (ICV), presentará en la Comisión de Justicia la “propuesta de creación de una subcomisión de estudio sobre el derecho a la eutanasia”.
En 2002, el 17 de diciembre, se discute la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada por María Luisa Castro (IU), Joan Puigcercós (ERC) i Joan Saura (ICV), excepcionalmente esta vez con el apoyo del PSOE (Javier Barrero). No será admitida a trámite al tener el PP mayoría absoluta.
En 2004, el 15 de junio, se vuelve a intentar la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada en esta ocasión por Rosa María Bonàs (ERC), con el apoyo de Olaia Fernández (BNG) y Carme García Suárez (ICV). Tampoco en esta ocasión será admitida a trámite. Dos meses y medio más tarde, se estrenaba Mar adentro. Veinte días después del estreno, Carmen García Suárez (ICV) presentaba una “interpelación urgente a la Ministra de Sanidad, Elena Salgado, sobre las iniciativas del gobierno en la regulación de la eutanasia”.
De 2005 a 2007, una serie de casos relacionados con la muerte digna llegan con fuerza a los medios de comunicación: la persecución judicial de Luis Montes; la petición de eutanasia de Inmaculada Echevarría y su lucha judicial, con la ayuda de DMD, para ser sedada y desconectada del respirador; y las muertes clandestinas de Jorge León en Valladolid y de Madeleine Z en Alicante, esta última en enero de 2007
En 2007, el 7 de febrero, la diputada de ICV Carmen García Suárez presenta una “interpelación a la ministra Salgado sobre la regulación de la eutanasia”. Un mes y unos días más tarde es sedada Inmaculada Echevarría tras su traslado a un hospital público. El 16 de octubre, en el Congreso se debate la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada por Carmen García Suárez (ICV) y apoyada por Francisco Rodríguez (BNG) y Rosa María Bonàs (ER). De nuevo, no es admitida a trámite.
En 2009, el 3 y el 10 de marzo, se debate en la Comisión de Justicia del Congreso la “toma en consideración de la ley sobre disponibilidad de la propia vida”, presentada por Gaspar Llamazares en nombre de ERC y IU-ICV con el apoyo de Olaia Fernández del BNG. Ese mismo mes de marzo, el médico Marcos Hourmann es condenado por la Audiencia de Tarragona por causar la muerte de una enferma terminal de 82 años.
En 2010, el 24 de febrero, Joan Tardà, en nombre de ERC y IU-ICV, presenta una interpelación urgente al Ministro de Justicia Caamaño. Ese mismo año, en diciembre, se publica un extenso reportaje de Juan José Millás en El País sobre Carlos Santos, que eligió morir y lo tuvo que hacer clandestinamente.
En 2012, el 27 de marzo, se debate y rechaza en el Congreso la “toma en consideración de la proposición de Ley sobre la disponibilidad de la propia vida”, presentada por Ricardo Sixto, en nombre de IU, ICV-EUiA y ChA. Apoyan Joan Valdoví (Compromís), Olaia Fernández (BNG), Joan Tardà (ERC) e Irene Lozano (UpyD).
En ninguna de las anteriores votaciones (excepto en 2002) se superó el 8% de votos a favor.
Cinco años más tarde, en 2017, se inicia un cambio de tendencia. El 21 de marzo, Marta Sibina, Alberto Garzón y Pablo Iglesias, en nombre de Unidos Podemos/En Comú Podem/En Marea presentan en el pleno su Proposición de Ley Orgánica sobre la eutanasia. Por primera vez recibe un apoyo importante de votos (25%) pero, con la abstención del PSOE y Ciudadanos y el voto en contra del PP, es rechazada su admisión a trámite.
Por fin, el 8 de mayo de 2018, tras veinticuatro años de debates, es admitida a trámite por primera vez una propuesta de despenalización. Es la Proposición de Ley de despenalización de la eutanasia enviada por el Parlament de Cataluña y defendida en el pleno por las diputadas catalanas Alba Vergés (ERC), Assumpta Escarp (PSC) y Marta Ribas (En Comú Podem). Un mes y medio más tarde, el 26 de junio, se admite también a trámite la propuesta de Ley de Eutanasia del PSOE, presentada por Adriana Lastra, con el apoyo esta vez de todos los grupos excepto el PP.
Lamentablemente, la mayoría del PP y Ciudadanos en la Mesa del Congreso ha bloqueado la tramitación de ambas proposiciones, aplazando su debate semana tras semana hasta el fin de la legislatura.
Tantas derrotas y frustraciones no han detenido el avance del apoyo mayoritario de la opinión pública y el formidable impulso dado por la decisión de Mª José Carrasco y Ángel Hernández llevará sin duda a la aprobación de esta ley tan urgente y necesaria.